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El Novae Terrae 3 - tercer fragmento

"El Novae Terrae 3", de Bloodwitch Luz Oscuria
"El Novae Terrae 3", de Bloodwitch Luz Oscuria

Este es el tercer fragmento de mi novela, "El Novae Terrae 2 : La Guerra del poder", en su versión traducida por Xavier Méndez.

El año 2026 no empezó bajo los mejores auspicios para el bando formado por Paskal Wlidúcius. Aquella noche tan fría como la muerte, presentía como un mal anticipo de lo que iba a ocurrir. Los Eternos le habían avisado, la noche anterior, de la inminente llegada de los vampiros. Paskal no era un hombre de fe como otros humanos, pero aquella noche, bajo el cielo estrellado que tenía ante sus ojos, no pudo impedir formular un deseo para que todo fuera bien.

Por supuesto, la luna no le envió ninguna respuesta. Sólo se expresaba con un haz de luz que el sol, en la otra punta de la galaxia, le permitía reenviar, dejando así a Paskal presa de la duda en cuanto al desenlace de la batalla que se avecinaba. Tras emitir un suspiro de decepción, el antiguo Cazador regresó al interior de su caravana, no sin girarse una última vez hacia la que cobijaba a Sarah, a su padre adoptivo y a su amiga Kaissi.

En el interior de aquella caravana, Sarah apenas pegaba ojo, como siempre, mientras Kaissi y Stephan dormían los dos como un tronco. No cesaba de repetirse las palabras que le habían dicho Paskal y los Eternos unas horas antes. Sabían que el día del desenlace estaba cerca. A lo mejor empezaría en cuanto saliese el sol. No se sentía preparada en absoluto, a pesar de las semanas que acababa de pasar. Kaissi hizo todo lo que pudo para enseñarla a defenderse, pero Sarah claramente no estaba hecha para el combate físico.

Si apenas lograba controlar los extraños poderes que poseía, y que le habían permitido recuperar el “Novae Terrae” de manos de Eleonor y Aleksis en la fortaleza de Poenari, años atrás. Aquel día, no pudo evitar que su madre, Mylena Zetúnova, se encerrase en el interior de la esfera para llevar consigo a su padre, Tomasz Wlidúcius, para salvarlo. Desde entonces, no había hallado jamás la manera de sacarlos de allí, y nadie le había facilitado ninguna pista para lograrlo.

Incluso los Eternos que se habían quedado todo el tiempo junto a Paskal, su abuelo, lo habían intentado. Fracasaron. Sarah se sentía, pues, muy sola frente a la adversidad que se le venía encima. No conseguía dormirse, temía el momento en el que el sol los deslumbraría con sus primeros rayos. No podía coger el sueño porque temía por ella, y por el mundo entero. Esas últimas semanas había entendido la importancia crucial del combate que iba a ocurrir. Si ella salía vencedora, podría preservar a toda la humanidad. Pero si fracasaba, los vampiros tendrían el dominio sobre toda la humanidad, y la someterían y esclavizarían, o, peor, eliminarían a los humanos unos tras otros.


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